El Libro de la Hospitalidad

Hace unos meses leí el texto de Edmond Jabès, el “Libro de la hospitalidad” de Editorial Trotta. Jabés fue un escritor judío, hijo de familia italiana, nacido en Egipto; la población judía fue expulsada de ese país en 1956.

Es también un reconocido poeta. Hoy que estamos frente a las grandes migraciones del mundo, donde América Latina también es protagonista, recordé este libro, así mismo que en los años cincuenta del siglo pasado, cuando era niño, fui testigo en una pequeña estación de trenes de los migrantes que viajaban en ferrocarril hacia el norte del país, igualmente me vino a la mente la posición de María Ampudia González, consejera nacional del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que nos compartió en una conferencia que un día decidió dejar de hablar sobre la violencia porque se convirtió en una militante por la paz.

En este último libro que escribió Edmond sostiene que excluir es, en cierto modo, excluirse a uno mismo. Esto es, el rechazo de la diferencia conduce a la negación del otro. Nos convoca a repensar dos palabras fundamentales: justicia y paz. Esas palabras van de la mano, como dos caras de la misma moneda. Para ello se requiere sobre todo saber escuchar. Porque al aceptar el diálogo inicia uno el camino para dejar de vernos como enemigos. Al menos como personas irreconciliables. Como dice Jabès: en “la posibilidad de todo diálogo se encuentra el diálogo mismo”. Recordemos que la solución ideal de un problema no existe, no lo perdamos de vista. Sólo existe la solución que construyamos entre todos los implicados.

Por tanto, escuchar y dialogar nos lo impone nuestra responsabilidad. Hace unos días me preguntaban que cómo le habíamos hecho para atender “la crisis del acoso sexual en la Universidad”, les decía que enfrentando la situación, que la política del “dejar hacer, dejar pasar” ya no es posible, menos en un mundo donde la exposición de los problemas está a la mano con las redes sociales, ya que desde cualquier smartphone se puede hacer una denuncia digital, por ello hay que poner por delante la escucha y el diálogo, convencidos que la voluntad manifiesta de la mayoría es la de buscar soluciones a las problemáticas que se nos presentan.

Nos recuerda que hay hechos que distorsionan y hasta detienen un tiempo que, sin embargo, continúa: los acontecimientos son sucesos a los que no resulta posible regresar, pero a los que resulta imposible no volver. Uno de ellos es el acontecimiento que desgarra la historia del Siglo 20, que fractura el relato de la humanidad: Auschwitz. En este sentido, Edmond Jabès afirma que “Auschwitz ha cambiado radicalmente nuestra visión de las cosas”, esto es, obliga a una revisión del humanismo y de sus cánones, de sus escrituras y de sus lecturas, siquiera para “intentar captar cómo ha[n] podido parir lo peor y no sólo en qué se ha[n] revelado incapa[ces] de impedirlo”.

Pero también el internet ha cambiado en 180 grados nuestra visión del mundo, Jabès nos echa en cara que Emmanuel Levinas, escribía que “la esencia de la lengua es amistad y hospitalidad”, por aquello de que la lengua se está perdiendo en el uso de las redes sociales. Por lo que estamos perdiendo la hospitalidad. Recuerdo de niño que en la estación de trenes en la que viví, mi mamá y varias señoras de la comunidad nos organizaban para darles comida a las personas que viajaban en los trenes de carga, iban a buscar trabajo al norte. Los maquinistas también se solidarizaban con ellos, bajaban la velocidad del tren para que pudiéramos los niños compartir los alimentos que preparaban nuestras mamás. No cabe duda que había un gran sentido de hospitalidad. Aquí recuerdo lo que también escribió Jabès: “Acoger al otro sólo por su presencia, en nombre de su propia existencia, únicamente por lo que representa. Por lo que es. La hospitalidad es alianza silenciosa. Tal es su particularidad”.

Hoy nos cuesta mucho trabajo “acoger al otro sólo por su presencia”. Hemos perdido el sentido de la hospitalidad y el de la solidaridad, las dos son relaciones horizontales. Hay que recuperarlas. También hay que rescatar nuestra lengua, porque ella es hospitalaria. En suma el objeto del libro de Jabès es que el extranjero sólo puede contar con la hospitalidad que le brinde el prójimo. Es una firme apuesta por servir al otro, un acto de hospitalidad infinita.

@SalvadorHV

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