Código de ética y conducta para guiar las acciones de los universitarios.

En el libro “La Sociedad de la Transparencia” su autor, Byung-Chul Han, filósofo coreano-alemán nos define la sociedad actual. Nos dice: “El viento digital de la comunicación e información lo penetra todo y lo hace todo transparente. Sopla a través de la sociedad de la transparencia. Pero la red digital, como medio de la transparencia, no está sometida a ningún imperativo moral
 La transparencia digital no es cardiográfica, sino pornográfica”. Y agrega: “La sociedad de la transparencia es una sociedad de la desconfianza y de la sospecha. La potente exigencia de transparencia, indica precisamente que el fundamento moral de la sociedad, se ha hecho frágil, que los valores morales, como la honradez y la lealtad, pierden cada vez más su significación. En la sociedad expuesta, cada sujeto es su propio objeto de publicidad. Todo se mide en su valor de exposición. La sociedad expuesta es una sociedad pornográfica”. 

En el marco de la sociedad que nos toca vivir y con la reforma al Estatuto Universitario en el 2019, que a través de un plebiscito, la comunidad universitaria de la UAdeC, aprobó; ya eran indispensables mecanismos normativos que permitan instrumentar y armonizar procedimentalmente y en estricto apego al marco jurídico que rige a la Universidad y al Estado mexicano de derecho, los principios rectores de la gobernanza multinivel de la Universidad en estricto apego al principio pro persona, al derecho de petición, a la seguridad y legalidad jurídica como pilares fundamentales del debido proceso, y en sintonía con la convencionalidad internacional vinculante que el Estado mexicano ha establecido dentro de su marco normativo. 

Todos los códigos de ética de las diferentes universidades del País tienen un objetivo similar: el generar principios y valores que guíen la conducta de los universitarios, respetando en todo momento la dignidad y derechos de los universitarios. Inculcando, fomentando y respetando valores como la tolerancia, igualdad, honestidad, solidaridad, perspectiva de género, etc. Con el fin de que al interior de las universidades se tenga una convivencia pacífica, libre de violencia y priorizando el respeto de los derechos humanos de todos y todas. 

La doctora Magda Robles, defensora adjunta de los Derechos Humanos Universitarios sostuvo: “Los derechos humanos en su concepción y argumentación nacen históricamente del aprecio y consenso a ciertos valores que la comunidad considera valiosos proteger, tales como la libertad, la igualdad y no discriminación, la dignidad humana, la tolerancia y el respeto, entre los principales. En tal sentido, estos valores que se determinan por los miembros de una comunidad como un acuerdo sobre lo que es importante hacer perdurar se busca que sean protegidos y la figura que aparece en la historia para proteger estos valores que guían las conductas de las sociedades son conocidos como derechos humanos, derechos fundamentales, derechos naturales, derechos del ciudadano, entre otros términos que se han empleado por los diferentes países en sus constituciones”. 

Este reglamento será fundamental para la vida interna de la Universidad Autónoma de Coahuila, porque amplía el ámbito de protección de las y los estudiantes, del personal docente, administrativo y manual, ya que señala con claridad las faltas que se pueden cometer, el procedimiento que se debe seguir para su atención, la autoridad responsable en cada caso, las sanciones que se pueden aplicar, así como los criterios para la determinación de éstas. 

Se trata de una normativa muy completa, abarca prácticamente todas las facetas de la vida universitaria. Todo ello respetando el debido proceso, la garantía de audiencia, la posibilidad de recurrir la determinación en caso de no estar conforme y la posibilidad de activar las medidas de protección con las que cuenta la Universidad.  

De igual manera resulta fundamental mencionar que el proyecto de Reglamento de Ética y Conducta fue enriquecido por las propuestas de consejeros y consejeras de diferentes escuelas y facultades, así como de las observaciones de la Defensora de los Derechos Humanos Universitarios, y de  integrantes de la comunidad universitaria, que sirvieron para fortalecer el proyecto, en especial, para darle mayor soporte al respeto del debido proceso y la protección de derechos. 

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Salvador Hernández Vélez

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