Biofertilizantes

 

En el marco de un foro académico organizado por la Facultad de Ciencias Químicas, hace unas semanas, presenté el libro Biofertilizantes Microbianos de los investigadores Adriana Carolina Flores Gallegos, Víctor Manuel González Vázquez, Cristóbal Noé Aguilar González y Raúl Rodríguez Herrera. Cuando me invitó el doctor Cristóbal, director de la Facultad, a presentar este libro me pregunté ¿y yo por qué?, y resulta que el doctor Raúl Rodríguez Herrera me propuso porque coordiné hace algunos años, el proyecto sobre la denominación de origen del sotol. Esta planta que se desarrolla en el desierto Chihuahuense y que comprende buena parte de los estados de Durango, Chihuahua y Coahuila, entre otros.
Cuando empecé a leer este libro me di cuenta que es un texto para cursos de fertilidad de suelos y de microbiología, para escuelas relacionadas con la agricultura, la química o la biología. Por otra parte los autores recalcan que es un manual para agentes de cambio y agricultores. Entonces concluí, aquí es donde entro, porque además de que soy ingeniero industrial, columnista en el periódico Vanguardia y secretario general de la UA de C, soy ejidatario del ejido Tomás Garrido Canabal, en Viesca, Coahuila, donde estamos trabajando un proyecto de resguardo de una área natural protegida voluntaria. Desde hace tiempo mis compañeros ejidatarios y un servidor nos hemos propuesto trabajar en la reproducción de las cactáceas del semi desierto y con este objetivo en la mente me armé de valor para leer este libro y poder presentarlo.

El libro empieza dejando muy claro que la agricultura tecnificada conlleva la utilización de grandes cantidades de fertilizantes químicos sintéticos (nitrógeno, fósforo y potasio) los cuales favorecen una mayor producción y protección de las plantas contra diferentes plagas; sin embargo, dichos productos son aprovechados de manera parcial por la planta. Es por ello que el uso continuo de agroquímicos, de manera específica el exceso o el mal uso de fertilizantes artificiales, y la producción sin descanso de la tierra ha provocado el deterioro y contaminación de los suelos agrícolas y de los mantos acuíferos. Los autores nos plantean que la alternativa frente a esa problemática es la utilización de biofertilizantes microbianos, que contienen microorganismos vivos capaces de formar interacciones simbióticas con las raíces de las plantas.

Este llamado a la no utilización indiscriminada de los fertilizantes químicos me recuerda que en los años 50s y 60s en la Laguna, se usaba para fumigar, “polvo de avión”, DDT. En esos años con el uso de avionetas se fumigaban los campos de algodón para combatir las plagas. La acumulación de este plaguicida en los campos de cultivo de la Laguna tiene ahora sus consecuencias. Una de ellas es que en esas tierras de cultivo se quedó gran cantidad de toneladas de “polvo de avión”, lo que provoca que todavía en la actualidad las tolvaneras laguneras lo diseminen sobre las ciudades de la Laguna, provocando, como sostienen diferentes investigadores especialistas en toxicología, que esta región del país, sea de las de más altas incidencia en diferentes tipos de canceres.

Por otro lado la producción de fertilizantes sintéticos contribuye al agotamiento de los recursos no renovables derivados del petróleo. La solución a estos problemas, sin duda, es la utilización de fertilizantes amigables con el medio ambiente, esto es los fertilizantes microbianos.

Los biofetilizantes son uno de los elementos más valiosos que puede utilizar la agricultura ecológica, los cuales en los sistemas productivos son una alternativa viable y sumamente importante para lograr un desarrollo agrícola ecológicamente sostenible, ya que permite una producción a bajo costo, no contamina el ambiente y mantiene la conservación del suelo desde el punto de vista de fertilidad y biodiversidad.

Entre los beneficios del uso de microorganismos en la agricultura los autores enumeran los siguientes: 1) su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, 2) la descomposición de residuos orgánicos, 3) la detoxificación de suelos contaminados por plaguicidas, 4) la superación de enfermedades en las plantas, 5) el aporte de nutrientes al suelo y 6) la producción de compuestos bioactivos como vitaminas y hormonas que estimulan el crecimiento de las plantas.

 

Salvador Hernández Vélez
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