El software libre como instrumento de libertad y democracia

En el año 2006 conocí al joven Guillermo Valdés, un convencido de usar software libre, me lo presentó un amigo millennial. Y a boca de jarro me cuestionó el por qué contribuía a hacer más rico a Bill Gates. Me propuso que usara Linux, un sistema operativo como MacOS, MS-DOS o Windows. Es decir, Linux permite utilizar de forma libre y gratuita, editores de texto, juegos, navegadores de internet, entre otros programas. Funciona a través de código abierto y se enriquece por el trabajo de una comunidad global de voluntarios, compatible con cualquier dispositivo. Me dijo que podía instalarlo en mi laptop, porque, de hecho, en cualquier ordenador personal y en teléfonos móviles, ese software funcionaba. No batalló mucho en convencerme, lo cité en una semana.

En ese tiempo conseguí una laptop, de las más sencillas, que me proporcionó el doctor Manuel Medina. Y Guillermo le instaló Linux. Ese mismo día, trasladó los archivos de mi computadora que utilizaban Windows y comenzó a capacitarme. Y así inicié mi aventura en el software libre. En tres semanas, todas mis actividades digitales, las hacía a través de software libre. Fue una gran experiencia.

En la plática con Guillermo Valdés, me dijo que el representante para México era Maximino Luna Estrada y que él, impulsaba el software libre en el País, desde la Universidad Autónoma de Zacatecas. Contacté a Maximino a través de su papá, un amigo muy apreciado por mí, también profesor y excelente investigador de la universidad zacatecana.

Max Luna me contó de su relación con Richard M. Stallman, un programador estadounidense y fundador del movimiento del software libre, del sistema operativo GNU y de la Fundación para el Software Libre. Incluso me comentó que invitó a Stallman a Zacatecas y lo hospedó en su casa. Que desafortunadamente esa noche llovió mucho y Stallman tuvo que soportar algunas goteras, que sin más preocupación acomodó la cama donde no goteaba y durmió. Y al día siguiente, sin la mínima protesta, comentó el hecho de forma casual.

En el libro “Software Libre para una Sociedad Libre” de Richard M. Stallman, que me proporcionó una copia digital Guillermo Valdés, Lawrence Lessig, profesor de Derecho, de la Universidad de Standford, comenta: “Por primera vez este libro recoge los artículos y las conferencias de Richard Stallman de forma que queden claros su sutileza y su fuerza. Los ensayos abarcan un amplio espectro, desde el copyright a la historia del movimiento del software libre. Incluyen muchas argumentaciones no muy bien conocidas…  Servirán como recurso para aquellos que busquen comprender el pensamiento de este hombre poderoso, poderoso por sus ideas, su pasión y su integridad, a pesar de carecer de poder en los demás sentidos. Inspirará a aquellos que adopten estas ideas y construyan a partir de ellas. No conozco bien a Stallman, pero lo conozco lo suficientemente bien para saber que es una persona que difícilmente nos guste. Es obstinado, a menudo impaciente. Su ira puede inflamarse ante un amigo con tanta facilidad como ante un enemigo. Es testarudo y persistente, paciente en todo caso”.

La copia que leí del libro de Stallman, es de la primera edición castellana autorizada por él. Contiene una completa colección de ensayos y artículos que van desde la década de 1990 a los primeros años del nuevo milenio, y que sin duda podemos asegurar que es la mejor defensa escrita del software libre como instrumento de libertad y democracia.

El libro es producto de un trabajo complicado y amplio, gracias a la solidaria cooperación de un gran conjunto de personas comprometidas en el mundo del software libre. El propio carácter colectivo, abierto y cooperativo que posibilitó el libro “Software Libre para una Sociedad Libre”, es una muestra de la colaboración abierta y los proyectos de desarrollo desde un enfoque cooperativo, que hoy son tan comunes en internet. 

Como lo plantean en el libro, cada generación tiene su filósofo: un escritor o un artista que plasma la imaginación de una época. A veces estos filósofos son reconocidos como tales, pero a menudo pasan generaciones antes de que se caiga en la cuenta. Nuestra generación tiene un filósofo. No es un artista, tampoco un escritor profesional. Es un programador: Richard Stallman.

jshv0851@gmail.com