El abordaje de las crisis

No podemos solucionar problemas usando el mismo razonamiento que usamos cuando los creamos. 

Albert Einstein

Hace unos días leí un estudio del Observatorio del Salario de la Universidad Iberoamericana de Puebla, que afirma que los profesionistas ganan hoy lo que los obreros en 1976. No cabe duda, la actual crisis financiera y económica en nuestro País es claramente también una crisis del conjunto de la sociedad. Es una crisis societaria, que obedece a nuevas circunstancias, totalmente inéditas: por una parte la crisis financiera iniciada en Estados Unidos de América, que posteriormente derivó en una gran contracción económica en diferentes países del planeta incluido el nuestro, y en consecuencia en la pérdida de empleos y en un muy bajo crecimiento económico.

Esta problemática económica que ahora se desarrolla en cadena, afectando a todos los mercados, porque todo está interconectado, constituye tan sólo la punta del iceberg de la crisis societaria que estamos padeciendo. Lo grave de esta crisis es que se da en medio de una quiebra social, moral e institucional, y de gobernación.

El crecimiento de los últimos 20 años —en nuestro caso, de los últimos tres sexenios—, es un crecimiento con grandes desigualdades sociales, que se produjo en un entorno cultural-moral presidido por valores individualistas centrados en la ganancia a corto plazo. Y en estas circunstancias, el estado del bienestar se achicó. El gasto público en relación al PIB se ha reducido y el gasto social en general es el más resentido.

Y esto se agrava cada vez más. Las personas no cuentan ahora con el soporte necesario de las redes familiares y sociales, éstas se han vuelto más inestables y precarias, las relaciones se han hecho líquidas, según las llama Zygmunt Bauman.

El peso del proyecto de vida en la época de la globalización descansa cada vez más en individuos con menores soportes personales y públicos, ante las nuevas problemáticas de la sociedad, y sin sistemas de pensiones para la vejez. Frente a estas nuevas situaciones, ¿dónde quedan las aspiraciones personales? ¿Cuáles son las verdaderas posibilidades sociales alcanzables? En esta sociedad líquida, lo que se arraiga muy rápido es una especie de decepción ante la vida y de desesperanza del futuro. Estos individuos decepcionados, con escasos vínculos sociales y cada vez más segregados de lo público, no ven la salida; ni el Estado, ni las redes familiares y sociales les tienen oferta.

En definitiva, a la quiebra social, institucional y moral en nuestro País se le suma la quiebra de la seguridad y de la justicia, y esto agrava la crisis financiera. El modo como se ha afrontado la crisis financiera, es intentando reducir el déficit público sin dar opción a inversiones para el crecimiento económico y el empoderamiento social, esto nos ha colocado en una espiral sin salida: se reducen los gastos e inversiones públicas y se aumentan los impuestos, y ¿qué ha sucedido?
La actividad económica se contrae, así como también los derechos sociales subvencionados con fondos públicos. Como consecuencia de esto tenemos otro déficit público, y la deuda social se acrecienta, en estos dos últimos sexenios de administraciones panistas la pobreza se ha incrementado; y otra vez nuevos y más grandes recortes que producen aún mayores contracciones, con lo que se agravan también además las desigualdades sociales originarias, la desconfianza en las instituciones y en la política, y se genera una cultura de la decepción, y de mayor indignación que reproducen de manera ampliada la quiebra social, moral e institucional sobre la que se levantó la crisis financiera.

Esta problemática, en consecuencia, debe atenderse con nuevas visiones y formas, pues queda la percepción de que lo que produce más déficits y deudas es la forma como se han enfrentado; no es la crisis la que incrementa los déficits públicos.

Afrontar la crisis societaria significa, por tanto, actuar en dos niveles: a nivel global y a nivel local. En Coahuila habrá cambio de Presidentes Municipales el próximo año, el reto que les tocará frente a estas nuevas problemáticas (crisis societaria, crisis financiera, crisis institucional y crisis de seguridad), es muy complejo e inédito y se complica aún más porque los ciudadanos reclaman soluciones inmediatas, efectivas y suficientes.

Salvador Hernández Vélez
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