¿Será imposible?

“Si piensa que es imposible, entonces lo es… para usted”
Pete Diamandis. 
Emprendedor serial.

 

La nanotecnología es aún una ciencia en ciernes. Pero eso no es obstáculo para que esta ciencia ya impacte en las vidas de todos nosotros. Ya ha creado una lucrativa industria que factura 40 mil millones de dólares en todo el mundo: la industria de los sistemas micro electromagnéticos (MEMs). ¿Qué produce esta industria de los MEMs? En ella están incluidos todo tipo de productos, desde cartuchos de inyección de tinta, sensores de airbag y pantallas luminosas, hasta giroscopios para coches y aviones. Estos microproductos son aparatos diminutos, tan pequeños que pueden encajar fácilmente en la punta de una aguja.

Uno de los retos de la nanotecnología es construir robots moleculares, esto es nanorobots. He aquí el gran dilema: ¿Puede construirse un nanorobot lo suficientemente hábil para reorganizar moléculas a voluntad? El químico profesor universitario estadounidense, galardonado con el premio nobel de química en 1996, Richard Smalley dijo que no.

Este debate apareció en las páginas de Chemical and Engineering News, entre 2003 y 2004. Smalley expresó sus discrepancias con el ingeniero estadounidense K. Erick Drexler, fundador de la nanotecnología molecular, en una serie de cartas.

Las repercusiones de aquel debate llevaron a la siguiente pregunta: ¿Cómo se procesa un bebé? Las moléculas de ADN guían las acciones para procesarlo. La madre naturaleza, por ejemplo, puede transformar carne, leche, pan, frutas y verduras, por ejemplo, y convertirlas en un bebé en nueve meses ¿Cómo se lleva a cabo este proceso? Unas moléculas de ADN (donde está codificado el diseño del niño), que guían las acciones de los ribosomas (que cortan y empalman las moléculas en el orden correcto), utilizando las proteínas y los aminoácidos presentes en los alimentos. Esto tal vez nos parece inalcanzable. Pero el proceso de investigación continúa.

Con respecto a estas investigaciones, independientemente a dónde lleguen, lo importante es estar atentos a nuevos desarrollos en el mundo y a los impactos de dichos adelantos de la ciencia en la sociedad futura.

Por ejemplo, los primeros sistemas de telefonía móvil civil, empezaron a desarrollarse a finales de la década de los 40, del siglo pasado, con los vecinos del norte. Y en 1981 vino la primera generación (1G). En sólo dos décadas, la de finales del siglo pasado y la primera del XXI, pasamos, a la segunda generación, la 2G, que tuvo como piedra angular la digitalización de las comunicaciones, a la 2.5G, en la cual se incluyó el servicio de mensajería mejorado (EMS) y el Sistema de Mensajería Multimedia (MMS), y en muy poco tiempo ya estábamos en la tercera generación (3G), la cual permite servicios de conexión a internet desde el móvil, y casi sin percibirlo ya estamos en la cuarta Generación (4G), ésta ofrece al usuario una telefonía móvil con un mayor ancho de banda, que permite, entre muchas otras cosas, la recepción de televisión en alta definición.

Este ejemplo de desarrollo de la tecnología sólo es la punta del iceberg de los impactos que tendrá la tecnología en la sociedad. ¿Qué nos depara el futuro a mitad de este siglo XXI con el desarrollo de la tecnología en los campos de la informática, las telecomunicaciones, la biotecnología, la inteligencia artificial, la nanotecnología y la teoría cuántica? Se habla entre otras muchas cosas: De automóviles que se manejen por medio de un ordenador, de operaciones sin cirugías mediante nanorobots, del uso de gafas con acceso a internet. Suena imposible, pero en 2005 cruzaron el desierto de Mojave, cinco automóviles sin conductor en un recorrido de 240 kilómetros y desde 1990 los científicos del MIT Media Lab estaban ya haciendo pruebas con gafas con acceso a internet, esto es sin más que parpadear y a navegar en el mundo virtual.

No hay duda, tenemos que enfrentar: el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, el hambre, la pobreza, la educación, la falta de trabajo, la mortalidad infantil, las crisis económicas, la violencia y que tres mil millones de personas no tienen acceso a servicios de salud. Pero también tenemos las tecnologías móviles y de la información que nos conectan con tres mil millones de personas que no tenían voz, y por qué no pensarlo, pueden ser la base para resolver los grandes desafíos de la humanidad.

 

Salvador Hernández Vélez

jshv0851@gmail.com