Nuevo modelo regional

 

Las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco no tendrán suficiente agua disponible para el próximo ciclo agrícola. La primera apenas almacena el 47 % de su capacidad  (1 millón 340 mil 070 metros cúbicos) y la segunda tiene el 33% (100 mil 823 metros cúbicos). Esta circunstancia recurrente exige como dice el doctor en ingeniería de riegos, Carlos Hernández Yáñez: “…es necesario desarrollar un proyecto de gran visión con el objetivo de generar un nuevo modelo de desarrollo para la laguna, a partir de un modelo de simulación en donde nos permita, a través de escenarios de desarrollo llegar a visualizar aquel que refleje el máximo beneficio en forma conjunta entre las metas económicas, sociales y ambientales. La concepción de tal modelo deberá ser tomando como base la disponibilidad de agua, en donde ésta sea la variable de decisión más importante o pivote, en la toma de decisiones, de tal manera que las variables económicas, sociales y ambientales sean variables respuesta. A través de este modelo, una vez desarrollado y validado, se podrán generar todos los escenarios que se vengan en gana; desde diferentes volúmenes de extracción del subsuelo o derivados del sistema de presas, cambios en el patrón climático prevaleciente en la región, patrones de cultivos, diferentes niveles de tecnificación de los sistemas tanto de riego como de entrega de agua en los sistemas operadores, diferentes tamaños del hato lechero, etc.”

Para elaborar un proyecto de gran visión es importante conocer la frecuencia de las sequías y las grandes avenidas del Río Nazas. Los investigadores José Villanueva Díaz, Julián Cerano Paredes, Juan Estrada Ávalos, Roque Morán Martínez y Vicenta Constante García, del Centro Nacional de Investigación Disciplinaria – Relación Agua, Suelo, Planta, Atmósfera (CENID-RASPA), INIFAP, elaboraron un modelo regresivo que reconstruye la precipitación en la cuenca alta del Nazas en los últimos 500 años (1500 – 2003). Del estudio se desprende que la precipitación se caracteriza por su alta variabilidad interanual y multianual. Ellos convocan a quienes toman las decisiones del manejo del agua a utilizar los resultados de dicho estudio.

En la investigación nos presentan datos sobre las sequías y las inundaciones en La Laguna en los últimos 500 años: “Sequías recurrentes de intensidad media y severa con efectos sociales y económicos negativos se presentaron en los periodos: 1509-1520, 1548-1559, 1621-1622, 1684-1691, 1758-1763, 1784-1789, 1809-181, 1846-1849, 1860-1865, 1922-1923, 1949-1956, 1962-1963, 1981-1985 y 1995-2000. Por otra parte, eventos húmedos se detectaron para 1524-1528, 1647-1651, 1679- 1685, 1700-1703, 1740-1750, 1871-1880, 1966-1970 y 1988-1992. Algunos particularmente húmedos con precipitación superior al 100% de la media reconstruida ocurrieron en los años: 1526, 1649, 1791, 1830 y 1991”.

En la sequía del periodo 1949-1956 según torreonenses que vivieron esa etapa, me han comentado fue cuando se secaron las noas en el cerro del mismo nombre, donde está el Cristo en Torreón, Coahuila. La noa es una bonita agavácea, un pequeño maguey, cuyo nombre científico es agave victoriae-reginae. Se desarrolla en la sierras de la comarca lagunera de Coahuila y Durango.

Los investigadores también señalan: “La (sequía) que se presentó en la década de 1950 se considera como la de mayor intensidad y extensión en el siglo XX (Villanueva et al., 2005; Stahle et al.,2009). 1950, 1951 y 1956 son identificados como años de sequía extrema en el norte de México (Florescano, 1980), con efectos devastadores en la agricultura y en la estabilidad social y económica de la población, al reducir drásticamente el área agrícola hasta en un 85% del potencial irrigado (Comisión Nacional del Agua, 2004). Los años de 1962 y 1970 se catalogan como muy secos a nivel nacional (Florescano, 1980) …años más tarde, específicamente en la década de 1990, una nueva sequía ocurrió en la región y redujo la superficie agrícola a menos de 26,000 hectáreas (Villanueva et al., 2005). Período que también se caracterizó por el abandono de tierras de labranza, la venta de derechos de agua, la compactación de la superficie irrigada; así como por la emigración de la población rural a la ciudad”. Por ello, es urgente la implementación en La Laguna de un nuevo modelo de desarrollo que parta del agua disponible. No podemos darnos el lujo de improvisar ante esta delicada circunstancia.

 

Salvador Hernández Vélez

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