Carranza, a 100 años

En este 2013, el 26 de marzo, conmemoramos los 100 años de lo que historiadores como Manuel Plana y Javier Villarreal denominan “la segunda Revolución Mexicana”: La revolución de 1913. Esta Revolución la encabezó don Venustiano Carranza quien, ante el asesinato de Francisco I. Madero, sentó las premisas del Movimiento Constitucionalista, que culminó con la promulgación de Constitución del 5 de febrero de 1917.

Don Venustiano Carranza fue el centro de la política estatal coahuilense entre 1911 y 1913. En ese año encabezó la lucha anti-huertista en el norte, lo que colocó a Coahuila a la vanguardia de la guerra civil contra el usurpador. Las campañas antirreeleccionistas de 1904-1905, encontraron sectores sensibles a las restricciones impuestas a las candidaturas de Oposición y llevaron a la creación de agregaciones cívicas que culminaron en 1909,  en Coahuila, con la presentación de Carranza como candidato a la gubernatura. Su derrota evidenció la abierta injerencia del Presidente Díaz y de los políticos porfiristas locales.

Carranza había sido Presidente Municipal de su villa natal, Cuatrociénegas. En las elecciones de 1911 ganó la Gubernatura. Obtuvo un total de 37 mil 719 votos en los diversos distritos, respecto a los mil 330 de Manuel Garza Aldape y a los 485 votos del periodista antirreeleccionista Francisco Martínez Ortiz.

Madero a través del Plan de San Luis Potosí, el 5 de octubre de 1910, llamó a la insurrección armada para el 20 de noviembre. Pensaba iniciar su acción en el norte de Coahuila; sin embargo, la sublevación no tuvo las dimensiones esperadas y no adquirió fuerza hasta abril de 1911. En esta coyuntura, Venustiano Carranza no se distinguió como organizador activo de la insurrección en Coahuila y tampoco Madero consiguió ejercer un efectivo liderazgo a nivel estatal. Tal vez esto se explique porque Coahuila no representaba, a finales del porfiriato, señales de una crisis económica que propiciara un estallido social; sin embargo, sí había crisis de representación política.

Los orígenes de la Revolución en Coahuila muestran una continuidad entre los brotes de protesta social que se manifestaron a través de las acciones de los militantes magonistas a lo largo de la frontera, así como de la actividad de los grupos antirreeleccionistas y los combatientes revolucionarios. Madero entró en territorio mexicano hasta el 14 de febrero de 1911 con un centenar de hombres. El ataque a Ciudad Juárez comandado por Francisco Villa, del 10 de mayo de 1911, concluyó con la rendición de la guarnición federal, lo que propició el acuerdo que incluía la renuncia de Porfirio Díaz. Esto llevó a las elecciones presidenciales extraordinarias en octubre de 1911 y a la toma del poder presidencial, por Madero.

La crisis constitucional iniciada con el asesinato de Madero, el 22 de febrero de 1913, llevó a la que se ha denominado la segunda Revolución, la Constitucionalista, y dio origen a una voluntad política en todo el norte de combatir a Victoriano Huerta para restablecer la legalidad. El asesinato de Madero representó para Carranza un verdadero cambio en su actitud política, que bajo la bandera de la legalidad, lo hizo encabezar sin vacilación la resistencia armada: a partir del antihuertismo, muy amplio en el norte, y durante la guerra civil, construyó su figura política de dirigente constitucionalista, contribuyendo a unir las aspiraciones de grupos sociales con objetivos políticos diversificados.

No cabe duda que entre los políticos coahuilenses, Francisco I. Madero y

Venustiano Carranza representan dos personalidades tan diferentes entre sí, que encabezaron sendos movimientos que transformaron al País a principios del siglo 20. En Carranza hay que reconocer, que después del asesinato de Madero, supo dirigir un proceso revolucionario distinto respecto al maderista, que tuvo su propia y constante evolución. Carranza proyectó sin titubeos su acción en el terreno nacional desde la caída de Huerta, construyó las alianzas con los grupos regionales del País y con las autoridades norteamericanas, consiguió la rendición del Ejército federal y la entrega de la capital. Su visión ponía la exigencia en enmarcar las reformas sociales bajo el imperio del régimen de derecho que llevaron a la Constitución del 17. Este es el gran legado de Carranza.

Salvador Hernández Vélez

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