Las crisis económicas

En plena época de posadas, una compañera de trabajo me compartió su preocupación por la caída de los precios del petróleo, y en consecuencia la crisis presupuestal que tendrá nuestro País en este 2015. Soltó al vuelo la pregunta: ¿Cuánto tiempo nos llevará esta crisis? Reflexionó que en sus 40 años de vida –el último cuarto del siglo pasado y los que va de éste–, nunca le ha tocada una época de bonanza. Puras crisis. Enumeró la de los 80, la del Error de Diciembre, la de las hipotecas Subprime –crisis financiera por desconfianza crediticia– y dijo que faltaban otras. El caso es que solo ha vivido situaciones de vacas flacas. Y remató: ¿Cuándo se acabarán estas crisis?

Lo anterior me hizo recordar que mis papás en los 60 y los 70 del siglo pasado, lograron mantener y educar a sus siete hijos en carreras profesionales. Esto fue con el sueldo de obrero de mi padre y con los trabajos que hacía mi madre en su máquina de coser. Todos estudiamos nuestras carreras de tiempo completo ¿cómo lo lograron?

De la misma manera, mi tía Rosa, hermana de mi mamá y su esposo, trabajador de la industria de la construcción educaron a la mayoría de sus hijos. Los papás de Arcelia, mi esposa, con una pequeña mercería que ha atendido su mamá hasta la actualidad y con el trabajo de empleado en la SEP de su papá, tuvieron para mantener y educar a sus cuatro hijos. Todos son profesionistas. Incluso pudieron mandar a dos de ellos a estudiar fuera de Matamoros, Coahuila. Y le pagaron en una escuela privada a su hija menor. Hoy, como dice mi suegra; “solo sale para el chivo, para sobrevivir”. Así está el mundo que nos toca vivir.

Y ni para donde voltear. Japón este en recesión; la Unión Europea está de la misma manera con signos deflacionarios; los Estados Unidos de Norteamérica con un crecimiento débil que oculta un retroceso relativo; y los BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica– con fuertes desaceleraciones que indican serias debilidades estructurales. En la segunda mitad de 2014 los informes de las instituciones neoliberales señalaban que el estancamiento económico mundial será largo.

En 2014, según Oxfam International el 1 por ciento más rico del planeta disponía en 2009 del 44 por ciento de la riqueza mundial, llegando al 48 por ciento en 2014, estimándose que superará el 50 por ciento en 2016, esto es el próximo año. En 2014, “cada adulto de este 1 por ciento disponía de una media de 2,7 millones de dólares. El resto de la quinta parte más rica de la población (20 por ciento) posee el 46 por ciento del patrimonio mundial, mientras el 80 por ciento de la población mundial se reparte tan sólo el 5,5 por ciento restante”. Esto es, el patrimonio del 1 por ciento de los más ricos del mundo superará en 2016 al del 99 por ciento restante. Dicho de otro modo: 72 millones de habitantes tendrán más patrimonio que casi 7mil 200 millones de personas juntas.

Debatir los cambios en el contexto y en la coyuntura mundial es cada día más apremiante. Analizar qué pasa en nuestro país es una necesidad, ya que después del “milagro mexicano” de los años 60 –incluso desde 1946- hasta el gobierno de López Portillo (1976-1982) el crecimiento del PIB fue de alrededor del seis por ciento; a partir del inicio de los 80, con la implantación del neoliberalismo privatizador, de la firma en 1985 del ingreso al GATT en el gobierno De la Madrid, pasando por los dos sexenios panistas, hasta el gobierno actual, el crecimiento del país ha sido de cero, dos o tres por ciento. En 1993 firmó México con EEUU y Canadá el TLC y la situación de la nación ha empeorado porque se han incrementado el desempleo, la pobreza y la miseria en la mayoría de la población.

El libro de Thomas Piketty El Capital en el Siglo XXI documenta de forma minuciosa cómo la desigualdad social tanto en riqueza como en renta ha evolucionado a lo largo de dos siglos. Destruye la idea ampliamente extendida de que el capitalismo de libre mercado extiende la riqueza y que es el mayor bastión en la defensa de libertades individuales. Sostiene que el capitalismo de libre mercado, cuando se ausentan las intervenciones redistributivas del Estado produce oligarquías antidemocráticas. Detalla a la vez, la distribución de la riqueza en el mundo desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Es difícil avizorar un panorama más optimista. La crisis económica no es un mal solo del país.

Salvador Hernández Vélex
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