La Americana Fénix

La semana pasada participé en la presentación del libro “Sor Juana. La Americana Fénix”, de Saúl Rosales Carrillo –escritor y miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua–, editado por la Universidad Autónoma de Coahuila. El autor reconoce que el texto es su personal homenaje a Sor Juana. También confiesa que le gusta atisbar en sus líneas, que relee y relee a Sor Juana porque el encanto de sus lecturas le alienta siempre su vida, la vuelve efluvio de fuente mitológica.

Saúl advierte que en Sor Juana siempre encuentra palabras ensombrecidas de desencanto, modulaciones de humorismo en sus versos y en su prosa, agudezas de ironía, liberaciones de sarcasmo, desafíos de racionalismo, candidez de ingenuidad o malicia pueril, explosiones de bajo estruendo sofocadas por su madurez y su solidez intelectual y una secreta, contenida y suave rebeldía, además de bella e ilustrada, fue confrontada con 40 sabios y rechazó el matrimonio. También dice que “toda la conducta de Núñez de Miranda para con Sor Juana se explica por la envidia (…)”.

Rosales argumenta que el artista tiene necesidad de objetivarse, aparecer, hacerse presente, existir en su obra, como lo hace Sor Juana: “La asimilación estética de la realidad alcanza su plenitud en el arte como trabajo humano superior que tiende a satisfacer la necesidad interna del artista de objetivarse (…)”. Sor Juana también se “objetiva” en su literatura. Como poeta y artista coexiste con gente de arte, y la belleza humana no le es ajena; en muchas de las obras literarias agiganta la hermosura. Agrega que la Décima Musa se solaza con el tema de la belleza humana. Y cómo no, si la belleza es seducción de los apetitos humanos, fruto del arte y problema de los sistemas filosóficos. Sor Juana es humana, es artista y gusta de usar sus luces en las honduras del pensar.

Es relativamente fácil recolectar los múltiples epítetos que iluminaron el nombre de Sor Juana, sostiene Rosales, uno de ello es el de “La Americana Fénix”, aplicado por Calleja. La figuración mítica decía que el fénix era un ave que moría incinerada y renacía de sus cenizas como el sol desaparece en el ocaso y renace con la aurora. Sin rubor, pero con alegre jocosidad, Sor Juana acepta el enfenizamiento. Ella, humana y contradictoria, crítica y liberal, usó profusamente la imagen del fénix. Una curiosa observación del autor: que nuestra Sor Juana no menciona ni una vez a la Virgen de Guadalupe.

Sor Juana se revela como una mujer infeliz por su propio escepticismo ante la “mucha ciencia” que le había acarreado envidias y sojuzgamiento; también, y esto es igual de importante para su condición de ser humano, le había sofocado la felicidad. Nuestra Americana Fénix blandía su pluma y su espíritu contra Núñez de Miranda –su acosador– quien, como el propio Calleja dice, “desde niña la encaminó a dejar el siglo”. Lo que alegraba tanto a Núñez y lo que le exprimió la alforja para la fiesta religiosa de Juana Inés era sofocar a una luminosa competidora del campo de la intelectualidad. Pero no lo logró.

En palabras de Rosales. Hay espíritus más libres que otros que al no caber en los linderos que los acotan, en sus reacomodos de su búsqueda de una libertad más amplia ensanchan la libertad general. Sor Juana era de esos espíritus tan grandes que no caben en su realidad. Sor Juana pide igualdad para la mujer respecto al hombre, siempre como camino hacia la libertad de estudiar, conocer, investigar, teorizar y escribir. La dignidad se ubica en la libertad de pensar con independencia. Denunciaba que a la mujer se le excluía de las cosas del Gobierno. El saber, el saber y el saber. La obsesión de nuestra Décima Musa.

Saúl nos comparte que la lectura de algunos de sus poemas permite entrever la persecución amorosa que la rondaba. Bella, inteligente y creativa, Sor Juana vivía convertida en un seductor tesoro. En suma, el texto de Saúl Rosales es una especie de manual para leer a “La Americana Fénix” en su enorme dimensión. A la vez que tomarla como ejemplo de escritora que atribuye características propias e incidentes de su vida a sus personajes.

Sor Juana fue acosada con saña por las jerarquías religiosas, tanto de los conventos como de la más alta burocracia eclesiástica. Ya fuera una superiora hasta los obispos Núñez de Miranda y Fernández de Santa Cruz. Pero la Americana Fénix sigue viva.

@SalvadorHV

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