Peña y las encuestas

La visita de Enrique Peña Nieto a Coahuila de Zaragoza sin duda provocó filias y fobias. Hay quiénes por ninguna circunstancia aceptan que el candidato del PRI llegue a Los Pinos. Les produce escozor el sólo escucharlo en alguna conversación o al leer en algún medio de comunicación que después de la mitad de la campaña el candidato del tricolor se mantiene con una diferencia de más de 20 puntos porcentuales. Estas preferencias electorales no las entienden y elaboran explicaciones con base en que los electores no están politizados, están comprados o bien, obedecen a intereses personales porque están beneficiados por un programa institucional.

Pero ni los ataques, ni las estrategias de guerra sucia y toda clase de artimañas para desgastar y desprestigiar al contrincante, y a menos de la mitad de la campaña presidencial, han provocado cambios importantes en las encuestas. Todas las variables y los escenarios apuntan a que ya no habrá modificaciones en las preferencias electorales, pues la diferencia en promedio de 20 puntos que ha mantenido el candidato del Revolucionario Institucional por encima de sus contrincantes, es ya una tendencia bien establecida, que es muy difícil que cambie. Mientras, los candidatos del PAN y del PRD se van a estar intercambiando el segundo y tercer sitio, respectivamente.

Los que no aceptan o no logran entender qué es lo que está pasando con las preferencias de los ciudadanos, se les olvida que el actual régimen neoliberal de derecha encabezado por el PAN ha llevado al País al borde de una guerra que ya arroja más de 60 mil muertos, que ha dejado en la miseria a millones de mexicanos, incrementado inusitadamente la deuda interna y externa de México que, descontando la deuda privada, rebasa ya el 46 por ciento del PIB, de acuerdo con cifras oficiales de la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Además, Felipe Calderón incrementó el subempleo y la informalidad, precarizó las condiciones de vida y de trabajo de millones de trabajadores y campesinos mexicanos a través del aumento del precio de las gasolinas, de la electricidad y de los alimentos de consumo popular como tortilla, azúcar, pan, carne, leche y granos básicos como frijol, arroz y maíz, que se importan en grandes cantidades.

Andrés Manuel López Obrador, en el debate prefirió aliarse con Josefina Vázquez Mota, que presentarnos su diagnóstico de la situación que guarda el País en estos 12 años de gobierno panista y sus propuestas para retomar el rumbo de México. Aunque en las alianzas electorales entre el PAN y el PRD en las elecciones locales en los últimos años AMLO se pronunció en contra, en el debate esto se le olvidó y también borró de su mente el presunto fraude electoral perpetrado por el Gobierno panista en contra de él en 2006 y que lo llevó a proclamarse como «presidente legítimo» y a caracterizar como «espurio» al actual Presidente de la República, Felipe Calderón, de extracción panista. Esto sólo se entiende por el pragmatismo del PRD a hacer todo tipo de alianzas con tal de conservar y obtener prebendas y cotos de poder. Así lo demostraron en las elecciones pasadas por la gubernatura del estado en Guerrero.

Por el formato del debate y los temas acordados con anticipación para tratar en el mismo, no se trataron temas centrales, como la crisis económica y sus causas, la dependencia estructural del País de Estados Unidos, los flujos migratorios a que se ven sometidos los miles de mexicanos que tienen que arriesgar su vida para atravesar la frontera en busca de una oportunidad de vida; el injusto modelo de acumulación y explotación del capital neoliberal, los bajos salarios reales que perciben los que por suerte tienen empleo, la profunda crisis que se vive en el campo y del sistema educativo nacional, la dependencia tecnológica, financiera y comercial del capitalismo avanzado. Todos estos problemas siguen pendientes, en espera de ser abordados en el próximo debate para conocer las posiciones de los candidatos presidenciales con relación a ellos.

Mientras tanto, Peña Nieto, a más de la mitad de la campaña, mantiene una estrategia de no confrontación y de evitar el encono, y sigue haciendo una campaña cercana a la gente, de frente a los electores y de propuesta. La diferencia en las encuestas que mantiene EPN con AMLO y Josefina, traducida a sufragios, es de más de 10 millones de votos. Así lo evidencian las encuestas.

Salvador Hernández Vélez

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