La mayoría en Coahuila con EPN

La semana pasada leí en un artículo publicado en un diario de la capital que Peña Nieto no era bienvenido a Coahuila. También en mensajes de facebook y en twitter leí algunas opiniones al respecto. Plantear éstas posiciones asumiéndose la conciencia de la sociedad es preocupante, pues hablan en nombre de “todos”, sin respetar las expresiones de otros ciudadanos coahuilenses, que por los datos de las encuestas los “otros ciudadanos coahuilenses” parecen ser la mayoría. Remitámonos a las preferencias electorales con base en encuestas.

En un periódico de Saltillo, hace unos pocos días se publicó una encuesta realizada por Consulta Mitofsky con los siguientes resultados: “La muestra aplicada en el estado (Coahuila) en el mes de abril señala que si hoy fuera la elección presidencial, el 54.3% de los encuestados votaría por el candidato de la coalición “Compromiso por México” Enrique Peña Nieto. Mientras que la candidata del PAN Josefina Vázquez Mota cuenta con 24.9%, el candidato de la Coalición “Movimiento Progresista” Andrés Manuel López Obrador 11.1% y el candidato del Partido Nueva Alianza Gabriel Quadri de la Torre 0.5%, asimismo 9.2% de los encuestados optó por no declarar su preferencia en candidatos a la Presidencia.”

De los anteriores datos se desprende que la mayoría de los coahuilenses simpatizan con Enrique Peña Nieto, de aquí es aventurado opinar que para los coahuilenses Peña Nieto no es bienvenido. Para la mayoría EPN es su candidato. Estas actitudes que se atreven a hablar en nombre de la sociedad coahuilense olvidan las diferentes batallas que los ciudadanos de todos los partidos han librado por la libertad y la democracia. Estas situaciones me hacen recordar la advertencia de Enrique Krauze en su libro “Travesía liberal”: “… el <<fin de la historia>> era tan ilusorio como la victoria definitiva del ideal democrático y liberal. Tan pronto se hizo a un lado el caparazón militar soviético, la realidad balcánica estalló en fanatismos de identidad (nacional, étnica) y en otros fanatismos aún más profundos y devastadores, los fanatismos religiosos.”

Ya casi han transcurrido 12 años del Siglo XXI que coinciden con los mismos que lleva en el poder Acción Nacional en México, la consolidación de la democracia lleva por tanto pocos años en nuestro país por eso las apuestas a las guerras de lodo y a confrontar a los mexicanos son preocupantes. En el marco de la campaña electoral en la semana anterior Peña Nieto, el candidato presidencial del PRI, fue invitado por un grupo de alumnos a presentar sus propuestas ante alumnos de la Universidad Iberoamericana Campus Ciudad de México. Después de dar respuesta a los cuestionamientos que le hicieron, al término de la reunión, el candidato presidencial del tricolor se encontró con estudiantes que le manifestaron su respaldo para que llegue a ser Presidente de la República y un grupo de jóvenes no representativos de la comunidad de la UIA asumieron una actitud de intolerancia respecto a los planteamientos de Peña.

Estas actitudes y posiciones de pequeños grupos y de escritores de editoriales políticos me remiten a la definición de la derecha que sostuvo Carlos Monsiváis, cuando se preguntaba ¿Qué es la derecha? Decía que entre las posibilidades para definir el término, hay una siempre actual: “La decisión de pensar por los demás y de ordenarle a los demás su comportamiento; la usurpación organizada del libre albedrío a nombre de Dios (o de la empresa y el mercado libre) y de esos otros componentes de la Trinidad, la moral y las buenas costumbres.”

Este afán de “pensar por los demás” y de marcarles sus pautas de comportamiento los vuelven intolerantes, hay que recordar que vivímos en una democracia y que los ciudadanos tienen derecho a optar por la posición político-electoral de su preferencia y que esa posición debe ser respetada independientemente de qué piensen o estén o no de acuerdo con nosotros. La gente tiene derecho a expresarse e inconformarse en un marco de respeto, de civilidad y de diálogo.

Faltan 43 días de campaña y será hasta el día 1 de julio que los ciudadanos se expresaran en las urnas a favor del candidato que hayan decidido, no se les puede imponer con base en intolerancias a un candidato, en pleno Siglo XXI, con las perplejidades y amenazas que nos ha traído este Siglo tenemos, con los fanatismos de identidad es suficiente, esperemos pues a que los ciudadanos decidan.

Salvador Hernández Vélez

jshv0851@gmail.com