Hace unos días Gustavo Madero, presidente nacional del PAN, declaró que su partido pasa por una grave crisis. Y es que el mayor número de demandas relacionadas con los derechos de los militantes son de militantes albicelestes. Si lo que sucede en Coahuila —particularmente en Torreón donde un grupo de neopanistas mantienen secuestrado a su partido—, es la constante en los estados de la República, la problemática panista es más profunda.
En el documento que se repartió entre los más de 300 consejeros nacionales, en reunión de hace unos días, la dirigencia del blanquiazul hace un balance de la situación por la que atraviesan, y en uno de los párrafos del documento en cuestión reconocen: “Durante los 12 años que el PAN encabezó la Presidencia de la República no logramos desmantelar el viejo régimen autoritario; no tuvimos la capacidad de generar una cultura democrática hegemónica; en algunos casos, incorporamos las prácticas autoritarias, clientelares y corruptas que criticamos, en nuestros gobiernos y en nuestro partido”.
Las prácticas clientelares y autoritarias que ahora reconocen haberlas practicado en el PAN, por las acusaciones que han salido a la luz pública, son más propias de los nuevos panistas que llegaron pelear el poder por el poder, que de los panistas doctrinarios.
En el funcionamiento de los casinos, tan cuestionados aquí en Coahuila, según se ha ventilado en los medios de comunicación, hay prominentes neopanistas involucrados. Esto es, no sólo están acusados de cometer tropelías en los procesos internos de su propio partido en contra de sus correligionarios, sino también de que esos neopanistas son presuntos culpables en ilícitos graves, según se trató en la tribuna de la Cámara de Diputados por el legislador federal Ricardo Monreal: “Es un tema de corrupción, tráfico de influencias e impunidad”.
En Torreón, militantes del PAN son acusados y están siendo procesados de ser secuestradores. El presunto líder de la banda estuvo involucrado con “los hombres de negro” en la elección del 2003 que se les anuló a los panistas por coacción del voto. En la elección de Gobernador en 2011 la misma persona participó en la golpiza que le propinaron a un militante del tricolor en la esquina del Bulevar Independencia y la Calzada Colón. Los involucrados están identificados con el diputado Guillermo Anaya, según lo dieron a conocer varios medios de comunicación, con fotos que lo evidencian.
La crisis de Acción Nacional se agudizará porque, en las luchas internas por las candidaturas en los 14 procesos electorales en los estados del País, siguen las denuncias del uso de prácticas autoritarias y clientelares. En el municipio de Torreón la contradicción entre el grupo de Anaya, apoyado en el sexenio anterior por Felipe Calderón, y el que se está organizando en torno a Jorge Zermeño, se profundiza en la medida que no tienen puntos de coincidencia.
Lo que se percibe es que los primeros persiguen el poder por el poder y los segundos sustentan sus aspiraciones en los principios doctrinarios de su partido. Un amigo con posición apartidista comentaba que tuvo oportunidad de platicar con Chuy de León, aspirante a abanderar al panismo en la próxima elección por la Presidencia Municipal de Torreón, y que después de haber platicado con Chuy no encontró sustento político y social en sus planteamientos, sólo un gran deseo para ser el nuevo Alcalde de Torreón.
Dichos elementos estarán en juego en la próxima elección municipal. Los ciudadanos cuidarán las formas de proceder de los candidatos de todos los diferentes partidos, y a la hora de estar solos frente a la boleta electoral harán las consideraciones correspondientes. Evaluarán a cada candidato y los partidos que los postulan en el ejercicio de gobierno y en las trayectorias de los aspirantes a ocupar la silla de la Presidencia Municipal.
Los estrategas de campañas político-electorales señalan que para que haya candidato ganador se requiere que cuente con un partido unido que lo respalde. Si el partido está confrontado y en crisis, en vez de ayudar al candidato en cuestión, llevará una pesada carga a lo largo de la campaña.
Salvador Hernández Vélez
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