AMLO: astucia o ambición

Felipe Calderón sigue con su empecinamiento de no cambiar la estrategia contra la delincuencia organizada a pesar de los reveses recibidos, de que su partido ha perdido en las últimas elecciones locales, que las encuestas muestran a un PAN en caída, que su alfil Ernesto Cordero no repunta en las encuestas, y para sacarlo de candidato le apostará a una elección cerrada en la que el exsecretario de Hacienda tiene mayores posibilidades de ser candidato. Mientras que esto sucede y el Presidente le apuesta a denostar al PRI, por ser el puntero, para ello dio el banderazo para desatar una vez más otra campaña de lodo, «El Peje» no se duerme en sus laureles y ya entendió que tiene que cambiar su estrategia si quiere ser competitivo en la próxima elección presidencial.

Ahora Andrés Manuel López Obrador ha cambiado su discurso y se muestra más tolerante, dejando atrás las peroratas estridentes. Está acercándose a grupos de empresarios del País, consciente de que esa fue una de las fallas de su estrategia en el 2006. AMLO bien sabe que él es más que su partido, el PRD. Para ejemplo de ello tenemos los resultados electorales en la elección presidencial de 2006. Aquí, en Coahuila, el PRD sin Andrés Manuel no es competitivo. En los ayuntamientos más importantes de Coahuila el partido del sol azteca no tiene ni una regiduría, ni siquiera por la vía de la representación proporcional. En el Congreso de Coahuila apenas cuenta con una posición por la vía plurinominal (aunque andan expulsando a su representante en el Legislativo local) y en la siguiente Legislatura, por la vía de la coalición con el PAN y de la representación proporcional, apenas alcanzará una curul, sin posibilidades de llegar a ser fracción parlamentaria.

Andrés Manuel, por lo visto, está dispuesto a todo para ser candidato presidencial. Cuando en las encuestas frente a los ciudadanos aparece por abajo de Marcelo Ebrard, el hábil y astuto excandidato presidencial perredista cambia su manera de comunicarse con los ciudadanos, deja atrás las terquedades, sus radicalismos, su empecinamiento para confrontar a sus adversarios, hace a un lado sus odios y rencores y reconoce que el tono ahora debe ser de un político sensato y conciliador para no asustar a sus potenciales electores como lo declaró a la prensa: «Ya me dijeron mis amigos, gente cercana, que no les gusta que diga ‘la mafia del poder’, por eso ahora voy a hablar de la ‘élite del poder’ o del ‘monopolio del poder’…». Habla de «amor al prójimo», que es un «hombre de fe». ¿Será un cambio verdadero o una simple reeinvención para llegar a Los Pinos? ¿O su motivación es simple y llanamente una obsesión enfermiza por el poder?

Sin embargo, queda la duda de si este cambio es real o sólo de estrategia electoral. Esto no lo podemos saber, tal vez en la medida que nos vayamos acercando a la contienda constitucional se van a ir dilucidando las posiciones. O puede que el pronóstico de Jorge Chabat se cumpla: «Si el electorado sigue creyendo que detrás del discurso conciliador e institucional que ahora enarbola se oculta el viejo político extremista que ve conspiraciones por doquier y que no tolera críticas, sus posibilidades de triunfo son nulas». Por lo pronto AMLO se dirige ahora a públicos distintos. En los medios de comunicación se comenta que tuvo buena aceptación entre los asistentes al Centro Internacional de Negocios del Parque Fundidora en Monterrey.

Aunque en los encuentros públicos no estuvieron los capitanes de empresa de las 10 grandes empresas regiomontanas, los medios dieron cuenta del «interés» que despertó «El Peje» entre «empresarios y líderes sociales» regios, entre ellos el empresario Alfonso Romo Garza, uno de los seis multimillonarios mexicanos, y desde el 2010 uno de los principales accionistas (30%) de una empresa estadounidense a la vanguardia en investigación de biología sintética. Y su gira continuó. De la Sultana del Norte traspasó las fronteras hacia Estados Unidos; en Chicago se encontró con la comunidad mexicana, y en Washington dictó una conferencia magistral invitado por el Centro Internacional Woodrow Wilson, y de ahí voló a Madrid.

¿Por qué este cambio de los empresarios de la ciudad más industriosa del norte del País hacia López Obrador? ¿Mano izquierda para acordar las reformas que Calderón no ha podido concertar? ¿Ya no lo perciben como un peligro para México?

Salvador Hernández Vélez
jshvelez@hotmail.com