Neruda y Brecht II

El artículo que escribí la semana pasada sobre Neruda y Brecht me permitió interactuar con varios de los lectores que me hacen el favor de leer mis textos. Sus comentarios versaron sobre diferentes aspectos de las obras de ambos autores. Ello me remitió a reflexionar mi acercamiento con la obra de estos intelectuales y con la guerra civil española. En la preparatoria, tuve la oportunidad de convivir con el maestro Antonio Antolín Fernández. En España, su país natal, luchó en la guerra civil al lado de los republicanos. De él recibí muchas pláticas sobre estos sangrientos acontecimientos.

En su casa también conocí la obra de algunos poetas españoles, entre ellos a Federico García Lorca y Miguel Hernández, así como al poeta chileno Pablo Neruda. Mi amigo Toño, el hijo del maestro Antolín, me habló de estos extraordinarios artistas de la pluma y me prestó los primeros libros de estos autores. La poesía impura de Neruda me impactó por su compromiso con los que menos tienen y con sus luchas.

Llegué a la obra de Bertolt Brecht a través del libro Poesía (Editorial Arte y Literatura. La Habana. 1976.) En la contraportada de este libro se puede leer lo siguiente: “…la poesía de Bertolt Brecht es una denuncia y una batalla verbal contra la explotación, la miseria y el hambre del mundo capitalista… Hay en ella el objetivismo y la combatividad, unidos a su gran humanismo, que lo hace un autor vigente trascendental”. Creo que esta vigencia de la obra de Brecht cobra gran relevancia en esta época neoliberal y globalizada actual, donde el número de pobres en el mundo crece día a día y la incertidumbre es mayor.

Cuando abrí por primera vez este libro me remitió en la página 171 al poema “Perseguido”, del cual transcribo el primer párrafo: “Crecí como un hijo / de gente acomodada. Mis padres / me pusieron un cuello almidonado y me criaron / en las costumbres de ser servido / y me enseñaron el arte de mandar. Pero / cuando hube crecido y miré a mi alrededor, / no me gustó la gente de mi clase, / ni mandar, ni ser servido / y abandoné a mi clase y me uní / a los humildes”. Sin duda su poesía es de denuncia.

Entre los comentarios que recibí, comparto el de Ernesto Duque: “Muy de acuerdo. Ninguna manifestación artística puede estar desligada de la política, y ninguna disciplina o ciencia, por la sencilla razón de que vivimos en la ‘Polis’. Cuando Aristóteles decía que el hombre es un ‘animal político’ se refería a que es un ‘animal social’. Lo que acontece en este entorno, nos afecta. Es decir, afecta el cuerpo, el sentir y el pensar. Ahí está Miguel Hernández, quien murió en prisión, entregando su cuerpo y su obra a la República”.

Y agrega: “El propio Pablo Neruda, así se acordará: Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y este fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!”.

Por su parte, Ángel Vázquez comentó: “La transformación de la conciencia es lo que debemos seguir buscando. La comunidad se ha quedado impávida ante tantos acontecimientos que la lesionan”.

El maestro Didier Varela, opinó: “La poesía y la literatura española ha estado presente desde hace siglos. El Quijote de la Mancha escrito por el manco de Lepanto, molestó a la clase dominante….y en México hay mucho qué decir, no solo en poesía, cinematográfica y literatura… en fin ese es un tema muy amplio de la memoria social…”. Sin duda las obras de Neruda y de Brecht tienen mucho que seguir analizándoles.

Salvador Hernández Vélez

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