Rememorando

En estas fiestas navideñas se estila compartir con familiares y amigos. Aprovechamos el tiempo de vacaciones para reunirnos y refrendar nuestra amistad. Hacemos regalos en las fiestas como muestra de amistad y para estrechar las relaciones familiares. Para ello nos reunimos en torno a una mesa y nos deleitamos con los platillos que preparamos con esmero y dedicación.

 

En la institución educativa en la que laboro, el viernes pasado, fue el último día de trabajo del 2015. El 19 de diciembre iniciaron las vacaciones. Ello me dio oportunidad para asistir a la boda de una sobrina  el 20, quien se casó en Colotlán, Jalisco, la capital del cinto piteado. Hacía como diez años que no iba a ese hermoso pueblo. El camino está totalmente cambiado, las carreteras han sido ampliadas, de tal suerte que el tiempo de tránsito se acorta. El recorrido de 500 kilómetros desde Saltillo hace que pasemos por diferentes ciudades y pueblos. Entre ellos se encuentra Concepción del Oro, Zacatecas, la propia ciudad de Zacatecas y el Pueblo Mágico de Jerez, Zacatecas.

 

En Jerez, decidimos no usar el libramiento que evita pasar por el centro de la ciudad. Entrar por en medio de Jerez permite apreciar la arquitectura de las casas y de sus edificios y por supuesto detenerse en algún restaurante y saborear un exquisito asado de boda. Sin duda en estas fiestas hay que dejar a un lado las dietas.

 

El domingo volvimos Arcelia, Jimena y el que escribe a recorrer los 500 kilómetros de regreso a Saltillo. Luego de comer, volver a hacer maletas y un breve descanso, continuamos para pernoctar en mi pueblo natal, ahora Pueblo Mágico, Viesca, Coahuila. Al siguiente día, el lunes, el alcalde de ese municipio rendía su segundo informe. Nos había invitado con anticipación. Aprovechamos para degustar un rico desayuno de huevo y frijoles, con una salsa molcajeteada y unas tortillas recién hechas. Al final saboreamos un mamón –un pan embebido de un colorante rojo y azúcar para que se conserve más tiempo–, este pan es tradicional en mi pueblo, junto con los dulces de leche quemada. Recordar estos sabores me trae a la memoria los guisos de mi mamá y de mis tías, por eso, cuando me invitan a Viesca caigo en la provocación.

 

El miércoles pasado, como cada año, para afianzar los lazos familiares llevamos a mi papá a visitar a unos familiares a un rancho ganadero enclavado en la zona frijolera de los Llanos de Durango. En el trayecto no pude dejar de rememorar nostálgicamente el recorrido de Torreón  a Ignacio Allende, Durango, cerca de esta comunidad está el rancho de mis tíos. Ellos por influencia de su país de origen –su papá fue un inmigrante francés–, están acostumbrados a comer solo lo que proporcione los nutrientes indispensables.

 

Recuerdo que en el desayuno nos servía mi tía abuela una taza de avena, un huevo con frijoles, una rebanada del pan que elaboraban en el horno de leña que tienen ahí en su cocina y una taza de café con leche. Al pan le podíamos agregar nata o mantequilla que ellos preparaban. Ninguno de ellos está pasado de kilos, siempre han sido delgados. Pero nuestra costumbre a la mexicana, era de desayunar dos huevos y las tortillas que aguantara nuestro estómago. Así como las tazas de café con leche que quisiéramos. Confieso que nos quedábamos con ganas de comer un poco más. Por eso en el trayecto hacía el rancho ganadero le rogábamos a mi papá que se detuviera en los puestos de gorditas de Cuencamé, Durango. Así llegábamos con un tentempié en el estómago.

 

A mi papá a sus 87 años le encanta visitar a sus familiares, le gusta ir al rancho donde vivió por casi una década con mi tío abuelo, a nosotros también. Este pasado miércoles, aprovechamos el periodo vacacional para ir con ellos y recordar los platillos que saboreábamos de niños. No cabe duda que una parte de la cultura la adquirimos por la boca. Sobre todo en este periodo navideño es tiempo de reforzar los lazos familiares y de amistad. Sin duda es un manera de hacer frente al individualismo exacerbado que padecemos en este mundo neoliberal y globalizado. ¡Felices fiestas!

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