Mi tía Adela

del Niño, falleció mi tía Adela y se llevó a la niña que siempre fue. En marzo pasado cumplió 102 años. Durante más de medio siglo fue partera en Viesca. Hasta sus casi 100 años vivió sola en su casa.

Se mantuvo hasta esas fechas trabajando. Haciendo curaciones y elaborando flores y coronas que vendía para el 2 de Noviembre, Día de Muertos. Además bordaba manteles deshilados. Nunca uso lentes; hace todavía unos diez años la veíamos enhebrando la aguja con mucha facilidad.

Cuando cumplió 90 años fuimos a visitarla a petición de mi papá, quien le dijo: “¿Cómo te sientes, Adela?”. Ella se sentó en el suelo e hizo unas abdominales. Se levantó y dijo: “¿Cómo me ves, Jesús?”. Nos quedamos impresionados. El día que cumplió 100 años entró a la Iglesia de Viesca, sin andador, sus hermanas menores que todavía le sobreviven Lola, Rosa y Carmela expresaron: “Y nosotras para caminar batallamos más que ella”. Además le sobreviven sus hermanos -mis tíos- Cecilio y David.

Originaria del Pueblo Mágico de Viesca, Coahuila. Siempre fue una persona muy alegre. Le gustaba cantar y platicaba mucho con las personas. Convivía con familiares y amigos. Aunque vivía sola, no era solitaria, siempre tenía visitas. Escribía poemas. No terminó la educación primaria. Nunca fumó ni consumió bebidas alcohólicas.
Aquí les comparto uno de sus poemas: “De corazón ofrezco mi trabajo / cuando tocan a mi puerta / lo mismo sobo una pancita / que traer al mundo una criaturita. / Porque las enseñanzas de mi madre / hoy las doy a conocer, / soy Adela Vélez la partera / tú me has de conocer. / A ti, señor Jesús / te agradezco lo que sé / ya me brindaste el don / de ver a niños nacer. / Más hoy estoy feliz / por ser toda una mujer / a ti, a ti, a ti y a usted / hoy les voy a proponer / dar vida y esperanza / a cada nuevo amanecer. / Gracias, gracias compañeras por toda su atención / se despide Adela Vélez, partera de corazón / soy de Viesca, Coahuila, tierra que llevo en mi corazón / lo digo con orgullo cuando me preguntan de dónde soy”.

Varias personas que saludé en el sepelio me dijeron: “Vine a despedir a quien me recibió en este mundo”. Una vida muy bien vivida, nunca la vi deprimida. Recuerdo cuando murió su hijo Chuy, él era bracero y falleció en Estados Unidos. Se tardó varias semanas para llegar el cuerpo. La espera fue muy angustiante. Sin embargo, mi tía dio muestras de una gran entereza.

Me dijo Moi Camacho: “Tú tía era una lagunera de esas de a deveras”. Por su parte, Javier Castañeda Lazalde me compartió: “Se está muriendo la gente que nos forjó e influyó, la que nos hizo ser lo que somos, nuestros padres, nuestras tías, ahora tomaremos fila, forjando y muriendo también, pero la tristeza de ya no verlos más nos cosquillea el corazón…”.

A la vez, Julio Jasso me escribió: “Vemos en tu tía Adela cómo el servicio a los semejantes hace que el corazón se renueve, cada vez que sintió a otro corazón latir en sus tiernas manos. El amor de la gente así, trasciende generaciones”.

El reverendo Carlos G. Figueroa Nieves, nieto de mi tía Adela, me mandó un correo electrónico, les transcribo unos párrafos: “Nunca es fácil la pérdida de un ser querido. Pero les pido con mucho respeto que reflexionemos en este momento de dolor. Conozco a la familia De Ávila desde que tenía 15 años y les envió mis más sinceras condolencias. A José Cruz, que es un padre para mí, un beso y un abrazo. Cruz siempre me habló de su mamá doña Adela (la cual conocí), de cómo ella era, sus grandes talentos en la costura, su gran conocimiento en yerbas y remedios naturales, su oficio como partera y sanadora que atendía y daba la mano al que la necesitara. Esto siempre me recordó el relato bíblico en el Libro de los Hechos, Capítulo 9. Habla de una mujer llamada Tabita (que traducido es Dorcas), vivía en Jope y era una discípulo de nuestro Señor Jesucristo. Dice la Biblia que ésta se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres. Cuando Dorcas murió, muchos se entristecieron pues perdieron un verdadero ángel ayudador… Aprendamos, pues, la lección de doña Adela. Tengamos fe para con Dios, y buenas obras hacia el prójimo, para que cuando termine nuestra vida en esta tierra, dejemos una fragante memoria, como ella lo hizo”. Que en paz descanse mi tía Adela. Ejemplo de vida.

jshv0851@gmail.com