En el mismo barco

Peter Sloterdijk en su obra “En el mismo barco; ensayo sobre la hiperpolítica”, presenta una teoría de lo que él llama los tres estadios históricos del género humano: la paleopolítica, la política clásica y la hiperpolítica. Transita desde la política de las hordas hasta la del mundo hiperconectado. Nos muestra tres grandes períodos de tiempo en narraciones sintéticas para plantear el acontecimiento de la antropogénesis, que no es otro que el “milagro” de la creación del hombre por el hombre.

Sloterdijk ubica al hombre, desde el momento histórico de su nacimiento, en el seno de las hordas primitivas, y parece que ahí seguimos. El hombre, tal y como se conoce hoy, es una criatura tardía surgida en el estadio histórico de la política clásica en la era de los grandes imperios.

Sostiene que el hombre es una especie de fracaso biológico, es la historia de un fracaso natural (evolucionó de mono a hombre). El hombre como animalitas fracasado es, fundamentalmente, lo indeterminado que transforma el medio en su mundo, desde el cual adquiere una determinación relativa. En este sentido, lo que hay de natural en el hombre no pasa de ser una inadaptación y una vulnerabilidad, pero que paradójicamente si se quiere le proporciona un momento de primigenia apertura, por la que se desencadena la revolución antropogénica, esto es, en su devenir es un producto del trabajo, una unidad en la que se hace patente el predominio del factor histórico-cultural.

Según el autor, ya en la remota vida de las hordas comienza para los hombres “una historia natural de lo que no es natural”. La horda puede ser entendida como “la revolucionaria incubación de la antinaturalidad dentro de la propia naturaleza”. Las hordas proporcionaron, a partir de una relación ritual de cuerpos en movimiento, un lugar no sólo al hombre de la cultura superior en la era de los imperios, sino también un lugar prospectivo a aquella criatura reciente de la era industrial llamada individuo. Sloterdijk nos dice que las hordas son como una suerte de islas flotantes, rodeadas por un invisible cerco de distanciamiento que mantiene alejada de los cuerpos humanos la opresión de la naturaleza de esos tiempos.

Y que con la protección de la horda el homo sapiens pudo convertirse en un ser. Dado que “las hordas están sujetas desde el interior por un efecto invernadero emocional, que amalgama a los miembros de la horda a través del ritmo, la música, los rituales, el espíritu de rivalidad, los beneficios de la vigilancia y el lenguaje, en una especie de institución psicosocial total”.

Para el autor, la política clásica tiene originalmente el mismo propósito que la paleopolítica, a saber, el de repetir el arte de la producción y preservación de hombres, pero en proporciones mayores. Esto es, la paleopolítica y la política clásica metafóricamente están en “el mismo barco”. Según Sloterdijk, ahora el Estado es, por decirlo así, el seno más grande, donde se teje la imaginaria envoltura que se extiende sobre toda la polis, como la pequeña horda, pero ahora reproducida en forma de esfera terrenal.

Y en la época de la hiperpólitica, el hombre del individualismo occidental contemporáneo no escapa de su propia reproducción, aunque ahora sea el programador de su propia existencia. Tiende a constituirse invariablemente en un ser nuevo y último, vale decir, en un ejemplar único en su especie.

Sin embargo, en opinión de Sloterdijk, la labor humana de mayor relevancia se forjó en el período más antiguo y nebuloso de la especie, específicamente en la milenaria vida de las hordas, momento en el que se hace posible por primera vez la generación de hombres por parte de hombres, a saber, la antropogénesis. A este gesto grupal y psicosocial de la horda, Sloterdijk lo califica como paleopolítica, esto es, “el milagro de la repetición del hombre por el hombre”. Y hoy las dinámicas contemporáneas del poder político: en la era globalizada, el centro ocular de vigilancia ahora está en órbita en puntos estratégicos del hiperespacio. Esto es pasamos de las hordas, a esferas terrenales y luego órbitas en el hiperespacio. O sea, seguimos “en el mismo barco”.

jshv0851@gmail.com
@SalvadorHV 

2 comentarios en «En el mismo barco»

  1. Ahora debere’ dirigirme a ti como señor rector, pero con la misma confianza de llamarte Chava, siempre son intetesantes tus comentarios, exito en todo lo que emprendas, principalmente en tu nueva emcomienda, felicidades.

  2. Muy buen artículo amigo Rector. Me interesó mucho… «Las islas flotantes» protección en las antiguas hordas, construcción de un ser que ahora busca la reproducción y busca también elegir su existencia. Excelente cierre, lo asocio de estas formas: horda (círculo pequeño) planeta Tierra (esfera) y en hiperespacio (órbitas).

    Gracias por su contribución, también enseña el lenguaje universal (matemáticas) en sus artículos.

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