La violencia agrede

El libro “La carrera hacia ningún lugar”, de Giovanni Sartori, nos habla de un tema relevante y actual. Lo actual lo puso el violento ataque de Estados Unidos al pueblo sirio. Sartori va al grano en el tema de la violencia y su relación con la fuerza. Dice que la violencia es una forma brutal de hacer daño; la fuerza de por sí, no. La fuerza manda, impone, subordina; la violencia agrede, hiere, destruye. Y esto es lo que está sucediendo en Siria.

En las primeras páginas de su texto sostiene que la política fue la fuerza a discreción del más fuerte. Que todo el saber del homo sapiens se desarrolló en la esfera de un mundus intelligibilis (de conceptos y de constructores mentales). Y que en el mundo actual la televisión y las redes sociales de Internet producen imágenes y borran conceptos, pero a la vez atrofian nuestra capacidad de entender. En este sentido, la política ha sido una fuerza a discreción del más poderoso (hoy Estados Unidos de América) hasta que se inventó la democracia liberal.

La idea de que la violencia es no sólo necesaria sino también redentora viene de mucho tiempo atrás. En este sentido, Sergio Cotta observa acertadamente: el hecho verdaderamente característico de nuestro tiempo es la exaltación de la violencia. Y hoy lo estamos viviendo, no sólo en Siria. En nuestro País estamos sufriendo una guerra de baja intensidad; en unas entidades federativas más grave que en otras. Al final de cuentas se manifiesta de diferentes formas en todo el País. De tal suerte que es tema actual de los candidatos a la Presidencia de la República. Hablan de combatir el narcotráfico, pero no el tráfico de armas de alto poder, ni el lavado de dinero.

En este texto, Sartori también aborda el concepto revolución. Diferencia los actos de violencia como los de Siria, que es un movimiento desde arriba. Nos expresa que hoy día entendemos por revoluciones únicamente sublevaciones populares, movilizadas por ideas y por ideales que prefiguran un “orden nuevo”. Se usa revolución por “acontecimiento revolucionario”. Esto es la definición política de revolución, configura un acontecimiento que debe terminar y que termina en un momento preciso: con la derrota del vencido y la victoria del vencedor. Sostiene que la idea central de la cultura de la revolución es, pues, que la violencia revolucionaria es en sí misma creatividad. Precisa que no es cierto que los actos de violencia colectiva sean actos de destrucción. Por revolución debe entenderse un movimiento “desde abajo”.

Anota que los sistemas autoritarios son “sordos”, están desprovistos de mecanismos de cambio. En cambio las democracias son sistemas “flexibles”, por eso hay que defenderlas y mejorarlas. Para ello habrá que hacer la lista de todas las leyes electorales equivocadas y perjudiciales que hemos ido acumulando en las últimas décadas. Y reformarlas para hacer avanzar la democracia en un proceso inacabado. Este proceso no es nada sencillo dado que estamos ante un espantoso crescendo de deshumanización. La fuerza de expansión de nuestra tecnología, incluso la militar, y de nuestros instrumentos de comunicación es, de hecho, irresistible. Pero la misión civilizadora de instaurar la democracia en tierra islámica no debe desvirtuarse, no se trata de imponerles desde afuera elecciones libres. Llamarlo con una palabra errónea sólo nos lleva a errar en el diagnóstico y en la terapia. Un médico que afirma que una pulmonía es un resfriado es un médico que mata a su paciente.

Tolerancia significa rechazo de cualquier dogma y de cualquier verdad única, y pluralismo significa, correlativamente, rechazo de cualquier poder único, monocrático y uniformador. La ética de la responsabilidad, en cambio, tiene en cuenta las consecuencias de las acciones.

En suma, Sartori trata en este libro algunos temas fundamentales de principios del siglo 21: la crisis de la política, el choque cultural y de civilizaciones entre el Islam y el Cristianismo, la “guerra contra el terror”, el sistema electoral perfecto, las olas de inmigración y el derecho a la ciudadanía, y la delicada cuestión de cuándo la vida biológica se convierte en verdaderamente humana. En “La carrera hacia ninguna parte” el autor nos habla del declive no tan aceptado de la cultura política en la que está inmersa Europa por no haber salvaguardado los valores fundamentales de una sociedad liberal-democrática.

@SalvadorHV
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