Entre matemáticas y pasteles

 

Para Jimena, Sofía, Andrea, Sofía Carolina y Esperanza

 

Un grupo de compañeras de mi hija Jimena se reunieron para preparar un pastel para festejar al conserje de su escuela. Esta actividad colectiva por si sola es excelente. Que el motivo haya sido para hacer un regalo elaborado por ellas, me pareció encomiable. Mientras se horneaba el pastel, las estudiantes de tercer grado de secundaria aprovecharon para hacer su tarea de matemáticas. Les encargaron reducir a su mínima expresión unas ecuaciones algebraicas, identificando los términos semejantes, para restarlos o sumarlos. La ecuación era parecida a: (3x2 + 6x) – (-7x2 + 8 ) + (2x – 9) =?

Empecé por preguntarles cuáles son los términos semejantes. Con incredulidad se miraban y no se atrevían a señalarlos. Entonces les puse sobre la mesa donde tenían los ingredientes y los implementos de cocina que estaban usando, además de una pluma, un cuchillo, dos cucharas, otras dos plumas, tres servilletas, otro cuchillo y creo, dos hojas de libreta. Luego les pregunté de esto que ven aquí sobre la mesa ¿qué cosas son semejantes? Las plumas, una aquí dos acá, los dos cuchillos, ¿y qué más? Con muestras de inseguridad dijeron: es todo, porque las cucharas, las servilletas y las dos hojas de libreta son diferentes.

Muy bien. ¿Y en la ecuación qué términos se parecen? Contestaron el 3x2 con el -7x2, también el 6x y el 2x, y los números 8 y -9. Claro, pero una vez identificados los términos semejantes, ¿qué hacemos con los paréntesis de la ecuación? Les pregunté. Y con tiento propusieron eliminarlos ¿Y en qué influyen los signos antes de los paréntesis? Y quedamos que ellos están multiplicando los términos que están dentro de los paréntesis.  Por tanto procediendo a eliminarlos haciendo las multiplicaciones correspondientes nos quedo lo siguiente: 3x2 + 6x +7x2 -8 + 2x – 9 y procediendo a sumar y restar nos queda la ecuación reducida a su mínima expresión: 10 x2  +8x -17.

Hicimos otros ejercicios y me empezaron a comentar que por qué, si se equivocaban en un signo, punto, coma o exponente, en una tarea o examen de matemáticas el resultado estaba mal. Les dije que un punto hace la diferencia, que por ejemplo, mi correo electrónico es salvador.hernandezv@gmail.com y si lo escribo así qué sucede: salvadorhernandezv@gmail.com ¿Sigue siendo mi correo? Dijeron que no, porque le faltaba el punto. Y si le proporciono a una determinada persona como mi correo este: salvador.hernándezv@gmail.com¿Le llegará? Contestaron que no, porque está mal escrito ¿Qué tiene? Un acento de más ¿Entonces si hay un punto menos o un acento más en un correo electrónico ¿eso hace diferente tu e-mail? Les cuestioné. Todas las jóvenes cocineras de pasteles contestaron ¡claro!, pues no está bien escrito.

Les escribí mis cuentas de twitter  y de facebook, @salvadorhv y salvador.hernandezvelez respectivamente. Y les pregunté ¿si escribo @salvador.hv y salvadorhernandezvelez, podré entrar a mis cuentas de las redes sociales? o alguien que me quiera contactar por estos medios digitales,  ¿lo podrán hacer? Con mucha seguridad contestaron que no. Porque está mal escrito, agregaron. Y entonces ¿por qué no aceptan que en una ecuación de algebra está mal si le falta un punto? Les explique que las cuentas de e-mail,twitter y de facebook están relacionadas con la matemática, por eso son muy celosas, si le quitas o le pones algo ya son otras cuentas. Así es con las ecuaciones algebraicas. Un punto, una coma, un exponente o un paréntesis de más hacen que la ecuación sea otra. Por eso, en una tarea matemática, al escribir el proceso de solución hay que hacerlo con el mismo cuidado con el que escribimos una cuenta en las redes sociales. Y claro, si el mensaje lo escriben también con las reglas de nuestro idioma español no estarán diciendo cosas que tengamos que adivinar.

En una ocasión estaba con unos amigos en una oficina de la calle Piedras Negras, en Saltillo, con el número, creo, 1340. A uno de los jóvenes le preguntaron la dirección de dicho inmueble, dijo Piedras Negras trece cuarenta. Le corregí: es mil trecientos cuarenta. Me contestó es lo mismo. Le pedí que me prestara mil trecientos cuarenta pesos, luego le devolví 13.40 pesos y le dije, gracias por el préstamo. Ya no te debo nada. Me reviró que le debía la diferencia ¿Entonces, es o no lo mismo 1340 y trece cuarenta? Hay que tener cuidado, sin duda, con el lenguaje y con las matemáticas.

 

Salvador Hernández Vélez

jshv0851@gmail.com