El reto del PRI

El tricolor regresa a Los Pinos. Ganar la Presidencia de la República conlleva una gran responsabilidad para el PRI, acarrea nuevas exigencias que no se pueden enfrentar con los mismos recursos del régimen de partido hegemónico. El PRI supo desde la oposición en lo nacional y con el poder en la mayoría de los estados del país, de los Congresos Locales, de las presidencias municipales, y en múltiples espacios de representación, replantear su estrategia para hacerse de la Silla Grande. Desde su situación de oposición gozó de una condición que le permitió transitar en los procesos electorales sin cargar con responsabilidades.

Pero ahora el PRI está obligado a asumir precisamente el peso de la responsabilidad. Por ello Peña Nieto ha planteado la necesidad de cambiar a México y se ha impuesto una meta: que la economía crezca a una tasa anual del 6%. Esto requiere echar a andar las reformas estructurales, y eso demanda en primer término del apoyo de los diversos sectores del PRI que deben hacer a un lado sus propios intereses. Peña tendrá que imponerse ante las presiones de los grupos priistas reacios al cambio y negociar con los grupos afines a su causa. Esto no será una tarea sencilla pues desde este momento están las presiones de aquellos que quieren asegurarse un puesto en el próximo gobierno.

Por otra parte, el PRI también tendrá que convencer a los públicos que no le votaron. Entre ellos el grupo más reacio es el de los jóvenes. Convencerlos en la actualidad está muy complicado porque los jóvenes no exigen derechos, ni luchan por ideales como lo fue en los años 60, donde claramente buscaban construir un mundo más justo, solidario y libre, ahora, su lucha es para no ser expulsados de su derecho al empleo, la educación, la salud y la vivienda. La mayoría de los jóvenes no manifiestan ideales, desean resolver sus necesidades.

Y en este contexto el PRI no ganó con la mayoría aplastante que anunciaban las encuestas. Más bien ganó por el voto de castigo al partido gobernante. Los jóvenes tienen desconfianza en la victoria y son reacios a respaldarla. Fox desde el principio de su sexenio agotó el bono democrático, por ello el PRI debe estar claro que el apoyo recibido está a prueba, y si no cumple en el corto plazo, posiblemente el apoyo se esfume. El tricolor para cumplir lo que prometió tendrá que enfrentar, en primer término a sus propios grupos de interés internos. Los que votaron por el PRI, exigirán el cumplimiento de lo que se ofertó en campaña. De no cumplirlo el voto de los electores emigrará hacía otras opciones políticas.

Por eso el regreso del PRI a Los Pinos traerá sus consecuencias, no todo será miel sobre hojuelas. Para empezar a gobernar tendrá que elegir entre los que lo apoyaron en la elección, pero no todos pueden tener lugar, y éste será el primer rompimiento con la coalición que lo llevó a la victoria. La lógica para conseguir votos no suele ser la lógica para gobernar. En la campaña poesía, en el gobierno prosa.

En consecuencia la integración del equipo gobernante de Peña Nieto, llevará al PRI a una recomposición. La unidad priista con la que ganó la elección en los hechos cambiará, ésta no será un arreglo de silencios, así ha pasado después de cada elección presidencial. El PRI pasará de ser oposición para ser gobierno y para mantenerse en el poder está obligado a planear soluciones a los graves problemas que estamos padeciendo, si no los electores le cobraran en la siguiente elección, como ya le sucedió al PAN. Sin olvidar que ahora los ciudadanos demandan más transparencia, más democracia sin corrupción, tal y como lo ha planteado Peña Nieto.

Además Peña tendrá que enfrentar el resultado de una economía en crisis, e incapaz de generar empleos y de mantener equilibrios sustentables. La concentración de poder económico y riqueza alcanza niveles preocupantes. Dos terceras partes de la población perciben un salario miserable, están en la línea de pobreza y tienen que recurrir a desesperadas estrategias de supervivencia. Sin duda Peña recibe una república maltrecha, con graves problemas, en un escenario económico y financiero mundial complicado. Transformar el país es pues un enorme reto, la gente está cansada de sólo promesas, exigirá que se cumplan sin excusas, y nada de que por culpa del otro no cumplí. La gente votó, ahora al PRI le toca hacer su tarea.

Salvador Hernández Vélez

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