El Padre Batarse

El día 19 de febrero recibí una llamada de Hugo Andrés Araujo para preguntarme si sabía sobre el deceso del Padre Batarse. Me comuniqué con el sacerdote Javier Gómez Orozco, quien me confirmó la lamentable noticia y me invitó para asistir al día siguiente a la misa en la Parroquia de Cristo Rey en Torreón.

Además de los amigos y familiares que acudimos, despidieron al Padre Batarse más de 30 sacerdotes. El cura Jesús de la Torre nos dirigió un mensaje. Nos dijo que el Padre había trabajado generosamente por la difusión del Evangelio, y que su caminar por la Iglesia no fue nada sencillo, ya que vivió y sufrió por la Iglesia.

De la Torre sostuvo que Batarse, en la década de los años 70 era “una tolvanera social”. Recuerdo al Padre Batarse profesar los 10 mandamientos con un gran compromiso social a favor de los desposeídos. Era cuestionado por su participación al lado de los posesionarios de terrenos urbanos –conocidos como “paracaidistas”- para construir sus modestas viviendas. Esto lo llevó a reflexionar el tema del pecado social, y su convicción se acrecentó a favor de los pobres: de ninguna manera era pecado luchar y posesionarse por un pedazo de tierra que después pagaron al Gobierno o a los dueños de esos terrenos.

El 16 de abril de 1973, en su mensaje del Domingo de Ramos, el señor Obispo don Fernando Romo, mediante un desplegado público fijó su posición en la lucha de los trabajadores del Departamento de Limpieza en Torreón. Se manifestó sobre los trabajadores que realizaban dos turnos diarios, que no recibían el salario mínimo ni gozaban de las elementales prestaciones sociales: “No es justicia condenar a tantas personas a padecer hambre, cuando el diálogo sin egoísmos puede dar mejores frutos. El Padre Batarse fue por decisión y voluntad propia, no me pidió autorización, pues él tiene libertad de hacerlo y también es su deber. La Iglesia de hoy ya no se concreta a predicar el contenido del Rosario, sino que participa activamente en los problemas sociales, llevando como arma la fe y la caridad a nuestros hermanos”.

Don Fernando dejó en aquella coyuntura social los siguientes cuestionamientos: “Así, con sinceridad cristiana, nos preguntamos: ¿Por qué tienen que ser los más débiles y los más desprovistos los que lleven siempre las de perder? ¿Por qué tantos obstáculos a su mínima realización? ¿Por qué tanta indiferencia en sus hermanos (y lo somos todos) para ayudarles por las vías justas al logro de un justo bienestar? ¿Por qué se desaprueba como un crimen el estar con ellos o ayudarles en sus momentos ya largos de Viernes Santo, y darles como el Ángel a Cristo, la palabra y el aliento que conforta, en medio de la tribulación? ¿Por qué los vemos pasar cargando la cruz de sus angustias y no somos el Cireneo que les ayuda a superarlas? Yo invito a todos a reflexionar si no estaremos frustrando entre todos el plan del Salvador, de que todos los hombres, como hermanos, disfruten por lo menos de lo más indispensable para su vida, que es uno de los derechos más fundamentales”.

José Batarse Charur murió a la edad de 85 años. Estudió la carrera de ingeniero químico en el ITESM, y luego el sacerdocio. Mantuvo siempre una posición en favor de los que menos tienen. Se acogió a la Teología de la Liberación. Participó al lado de los colonos de Tierra y Libertad y de la Pancho Villa, para que la gente tuviera un pequeño terreno para contar con una modesta casa. Apoyó abiertamente a los trabajadores del Departamento de Limpieza que lucharon contra la administración municipal de Juan Abusaíd Ríos para conseguir un salario justo y una jornada laboral de ocho horas, como lo marca la Ley Federal del Trabajo. Apoyó a los trabajadores de la vitivinícola Batopilas que lucharon para que les pagaran sus salarios y les respetaran su contrato de trabajo.

También apoyó a los posesionarios de la colonia Emiliano Zapata, de San Pedro de las Colonias. Batarse muere en su tierra aunque no reconocido por todos los suyos, como dijera el sacerdote Chuy de la Torre: “Parece que murió en el destierro”. No les gustaba a los poderosos su lenguaje claro, que le llamara a las cosas por su nombre, sin sometimientos a ningún tipo de autoridad. De la Torre definió al Padre Batarse como un hombre de acción, modesto, de silencios, quien nos dejó un gran reto: meditar su lucha por una sociedad más justa.

Salvador Hernández Vélez

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