La XXI asamblea del PRI

Los primeros días de marzo el Partido Revolucionario Institucional llevó a cabo su 21 Asamblea. Con anticipación, el Comité Ejecutivo Nacional del tricolor convocó a los priístas de todo el País a discutir sus documentos básicos y a elegir los Delegados a la asamblea nacional.

El análisis de los Estatutos, del Programa de Acción, de la Declaración de Principios, y de las Estrategias y Programas, así como la responsabilidad que implica ser un partido en el gobierno conllevó a los priístas a las siguientes decisiones: a) reducir órganos de decisión, particularmente el Consejo Político Nacional (CPN) y la Comisión Política Permanente (CPP); b) suprimir el requisito de haber tenido un puesto de elección popular para postularse a Gobernador o Presidente de la República, entre otros acuerdos, como los del IVA y la reforma energética. De ésta forma, el Revolucionario Institucional será más centralizado en la toma de decisiones internas y podrá contar con mejores condiciones para ser un apoyo del presidente Peña.

En la oposición del 2000 al 2012 -los sexenios del PAN-, el tricolor, a fuerza de descalabros asimiló las transformaciones de diferente naturaleza que le impusieron las circunstancias de no estar en Los Pinos.

En primer término no contó con el liderazgo del “primer priísta del País”. El poder tricolor se repartió entre gobernadores, coordinadores parlamentarios, dirigentes nacionales y sectoriales. Ésta nueva forma de poder en cierta medida balcanizó, cualquier decisión fundamental suponía el acuerdo de muchos. Por ejemplo, el Consejo Político Nacional en el 2000, cuando el PRI salió de Los Pinos, tenía 352 miembros, y pasó a mil 271 y la Comisión Política Permanente de 35 a 225 integrantes.

Por otra parte, después de la muerte del candidato Luis Donaldo Colosio en 1994, con la llegada de Ernesto Zedillo empezó la “sana distancia”. Esto también llevó al PRI a una serie de movimientos internos. Aunque Zedillo pregonó “la sana distancia”, en su sexenio, cambió siete veces al presidente del Revolucionario Institucional: Ignacio Pichardo Pagaza (diciembre 1994-febrero 1995), María de los Ángeles Moreno (febrero-agosto 1995), Santiago Oñate (septiembre 1995-diciembre 1996), Humberto Roque (diciembre 1996-septiembre 1997), Mariano Palacios (septiembre 1998-marzo 1999), José Antonio González Fernández (abril-noviembre 1999) y Dulce María Sauri (diciembre 1999-diciembre 2002) ¿Dónde quedó la sana distancia?

Fue en la 17 Asamblea Nacional del PRI, celebrada en septiembre de 1996, cuando se votó el “candado”: para ser candidato del partido a Gobernador y Presidente de la República se requiere contar con una militancia mínima de 10 años, tener experiencia como cuadro dirigente y haber ocupado un puesto de elección popular.

Y luego de las derrotas electorales de 1995, 1996 y 1997 en que el PRI pago el costo del “error de diciembre” -por la crisis económica y financiera de finales de 1994-, en la 18 Asamblea, efectuada en noviembre del 2001, se implantó la prohibición expresa en los Documentos Básicos para gravar con IVA alimentos y medicinas. Estos dos puntos ahora han sido cambiados. Con éstas y otras modificaciones a los estatutos, el tricolor entra en una nueva etapa. Ahora el PRI volverá a ser un partido más centralizado, con una mayor cercanía con el Ejecutivo Federal, no habrá “sanas distancias” simuladas, sino cercanía en el marco de lo que la ley electoral establece.

Con estos cambios acordados en la 21 Asamblea, el tricolor llega a su 84 aniversario. Llega más unido, con el entusiasmo de haber reconquistado la Presidencia. Con la voluntad para impulsar las reformas pendientes, las que se vayan consensuando en el Pacto por México. Con el acuerdo de las otras fuerzas parlamentarias, y con los 213 Diputados y 52 Senadores priístas, las posibilidades están más a la vista.

Hay que recordar que el PRI tiene mayoría en 25 Legislaturas locales, con lo que asegura los acuerdos de las Cámaras federales. Esta nueva circunstancia del PRI, sin duda, tendrá sus impactos en el sistema político del País, por lo que la responsabilidad del partido es enorme, y los acuerdos de su última asamblea anuncian cambios en la política del Gobierno federal de Peña Nieto.

Salvador Hernández Vélez

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