El PAN y su estrategia

La campaña será de tan sólo 30 días. Del 4 de junio al 3 de julio.

En poco más de una semana, los partidos deberán estar registrando a sus candidatos con sus respectivas planillas. Y Acción Nacional todavía tiene asuntos en discusión en relación a sus candidatos. Su dirigencia estatal en Coahuila recibe cuestionamientos una semana sí y otra también. Y los que perdieron en las contiendas internas, siguen dolidos y criticando los métodos de elección interna. Apenas están atendiendo las impugnaciones de sus militantes ante las instancias jurisdiccionales electorales.

La derrota de julio pasado, que los ubicó a nivel nacional en una dolorosa posición, en un tercer lugar, en la que no sólo perdieron el Gobierno, sino que se quedaron con un partido disminuido, miles de adherentes y militantes no refrendaron su convicción panista.

Los panistas le apostaron, en los dos sexenios en que estuvieron en la Presidencia de la República, a reclutar cuadros con base en el ofrecimiento de plazas y el apoyo de programas. El PAN, en los hechos, trastocó su proceso de crecimiento y consolidación. Y en la época de Vicente Fox y de Felipe Calderón el partido blanquiazul no estuvo a la altura de ser partido en el poder.

En diferentes partes del País, desde antes de la elección presidencial, empezaron los desprendimientos de militantes connotados. Uno de los más controvertidos fue el de Manuel Espino, dirigente durante la campaña presidencial de 2006, por lo que algunos ubican ésta salida como el inicio de la hecatombe blanquiazul.

Estando el PAN en el poder, tanto sus dirigencias nacionales como estatales, mantuvieron una trayectoria partidaria golpeadora, de confrontación. No se asumió como partido en el gobierno. Se comportó como opositor y las descalificaciones estuvieron a la orden del día; no coadyuvó con los Ejecutivos emanados de sus filas en el ejercicio de sus respectivas administraciones.

Los resultados electorales de la elección intermedia en 2009, les fueron adversos. Por ejemplo, siendo dirigente de Acción Nacional, César Nava, exhibió hasta el cansancio, en sus declaraciones y acciones, formas de hacer política que demeritaron a su partido. Además cada dirigencia, en los dos sexenios panistas, aceptaron las órdenes que les mandaban desde Los Pinos, rompiendo con su tradición de ser un partido respetuoso de su decisiones internas. Un partido que se formó en la oposición, al llegar al poder cambió, se subordinó al Presidente de la República, como en los viejos tiempos del partido hegemónico. En Coahuila los dirigentes de ese instituto político siguieron esa línea.

Recordemos que Gustavo Madero no fue el candidato de Calderón, llegó a la dirigencia contra la inclinación del Presidente y su grupo. Su liderazgo fue confrontado desde la Presidencia de la República. Así sucedió en cada Estado, los operadores del presidente Calderón secuestraron al partido. Sólo salían los candidatos afines al grupo del Ejecutivo federal.

En Coahuila los candidatos a puestos de elección popular y los Delegados federales pertenecían al grupo del compadre presidencial, el exsenador Guillermo Anaya. No dejaban, ni dejan espacios para otras expresiones albicelestes. Todo para Anaya. Si antes, con el apoyo de los programas y posesionados de las Delegaciones federales impusieron sus reales en el PAN, ahora enfrentaran ésta elección con un partido clientelar dividido y sin el apoyo de la Presidencia de la República, ¿será lo mismo?

Las elecciones de julio del año pasado fueron catastróficas para el PAN. Los panistas conservaron la gubernatura de Guanajuato, pero dejaron de gobernar Jalisco y Morelos. Perdieron muchas posiciones en el Senado y en la Cámara de Diputados. La estrategia del miedo implementada por los azules en 2006 contra Andrés Manuel López Obrador, no les salió en 2012 con Enrique Peña Nieto.

En Coahuila ya había sido derrotada la estrategia de lodo contra Rubén Moreira y, sin embargo, los panistas siguieron, y siguen, empecinados en sus campañas negras, lo que los ha hecho no sólo perder posiciones en el Ejecutivo y en el Legislativo, sino que también están perdiendo el partido.

Salvador Hernández Vélez

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